lunes, 29 de diciembre de 2008

Septiembre de 2002

"Diciembre del 96..." Así empieza una canción de Amaia Montero a sus antiguos compañeros de grupo. Yo, si pudiera comenzar esa misma canción, pondría el septiembre de 2002 como fecha clave y especial.

Ahí comenzó el mejor lustro que he vivido en mi vida. Cómo olvidarme de tantos momentos... Siendo unos mocos cambiamos de ciudad, empezamos a vivir con relativa independencia y aprendimos a ser una gran familia. Porque allí, para lo bueno y lo malo, contábamos unos con otros las 24 horas del día, porque la otra familia, la carnal, a veces no estaba tan cerca como deseábamos.

Así, poco a poco, fuimos conociendo lo que es la verdadera amistad y fuimos creciendo. Nos pasábamos los apuntes semanas o días antes de los exámanes; nos reíamos de las pamplinas propias de compartir piso por primera vez con alguien; organizábamos comidas, tapeos, cuchipandas; los primeros amores; los desamores que los seguían; horas de cafetería; resacas; consejos; cervezas; Alameda; Alfalfa; trenes; autobuses; clases; risas, muchas risas. Vivíamos.

Y, lo que suele pasar, tuvimos que ir tomando cada cual nuestro camino y seguir adelante pero ya no como antes, porque sin conoceros no sería hoy como soy. Todas y cada una de vosotras me habéis influido, de todas he aprendido, de todas me he empapado y solo espero que tengáis la misma sensación. Lo hice y lo sigo haciendo como mejor puedo.

"Siempre os echaré de menos, lo demás son solo cuentos, siempre seréis mis cuatro ángeles y mientras viva lo recordaré" (como dice Ana, el número de ángeles varía, pero se entiende, ¿no?.

Ale... y nada más... ¡adiós pringaos! Os quiero... y no os acostumbréis a estas cosas. Tampoco he puesto todo lo que quisiera e igual no me he expresado del todo bien, pero no tengo ganas de más. Estoy de vacaciones y no cojo un bolígrafo ni a la de tres, que me sale urticaria.

Saludos, mis pequeños juntaletras

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